Cuando se habla de los comienzos de Apple, la imagen más recurrente es la de Steve Jobs y Steve Wozniak en un modesto garaje de California, dando forma a la revolución informática. Sin embargo, casi 40 años después, Wozniak ha desmentido esta versión, asegurando que el garaje no fue el epicentro de la innovación de la compañía.

El mito del garaje es una de las narrativas más repetidas en el mundo de la tecnología. Se dice que en ese pequeño espacio de la casa familiar de Steve Jobs, en Los Altos, California, nació el primer ordenador de Apple. 

Esta versión ha sido reforzada con los años, hasta el punto de que en 2013 el ayuntamiento de la ciudad declaró el lugar como un sitio histórico. Pero la realidad es otra.

Una historia bien contada, pero no del todo cierta

Según Wozniak, el garaje no fue más que un punto de reunión para él y Jobs. No se diseñaron circuitos, no se fabricaron prototipos y tampoco se hicieron pruebas allí. Era simplemente un lugar donde se almacenaban componentes y donde, en ocasiones, trabajaban en la distribución de los productos. 

“Lo del garaje es un poco un mito, dado que realmente no diseñamos el Apple I en el garaje, no creamos placas de circuitos y tampoco hicimos prototipos o algún tipo de fabricación en el mismo”, puntualizó en una entrevista a ING.

El verdadero origen de Apple no tiene que ver con un espacio físico concreto, sino con la creatividad y la determinación de sus fundadores. Wozniak desarrolló el Apple I en su tiempo libre mientras trabajaba en Hewlett-Packard. Utilizaba sus conocimientos de ingeniería para diseñar un ordenador accesible y funcional. Jobs, por su parte, vio el potencial de comercializarlo.

En lugar de un taller improvisado, la producción inicial de los ordenadores se realizó en fábricas y con la colaboración de distribuidores. Los primeros modelos se ensamblaron con la ayuda de pequeñas empresas locales. Es decir, Apple no nació en un garaje, sino en la mente de sus fundadores y en el ecosistema emprendedor de Silicon Valley.

A pesar de no haber sido el lugar donde realmente se crearon los primeros productos de la empresa de Cupertino, el garaje tiene un valor simbólico innegable. Representa el espíritu emprendedor y la cultura de las startups, donde la falta de recursos no es un obstáculo para la innovación. Para muchos, es la prueba de que grandes ideas pueden surgir en los lugares más inesperados.

Sin embargo, Wozniak insiste en que la verdadera lección no está en el garaje, sino en el trabajo duro, la colaboración y la visión a largo plazo. “El garaje no tenía mucha utilidad, salvo que nos permitía sentir que era nuestro hogar. No teníamos dinero. Cuando no tienes dinero, tienes que trabajar desde casa“, dijo en entrevista a Brandon Lisy de Bloomberg Businessweek. 

Steve Jobs y su enfoque empresarial

Mientras Wozniak se centraba en la ingeniería y el desarrollo tecnológico, Jobs tenía una visión más comercial. Desde el principio, su objetivo fue vender productos innovadores y accesibles al público. Aunque en los primeros años tuvieron diferencias sobre el modelo de negocio, Jobs logró posicionar Apple como una marca de referencia.

Por ejemplo, Wozniak imaginaba un ordenador asequible para cualquier persona con conocimientos básicos de electrónica, mientras que Jobs apostaba por un producto cerrado, fácil de usar y comercializable a gran escala. Esta diferencia de enfoque fue clave en el desarrollo posterior de la empresa.

Hoy en día, Apple es una de las empresas más influyentes del mundo, y su historia sigue inspirando a emprendedores y apasionados de la tecnología. Aunque la leyenda del garaje ha sido desmentida, sigue siendo parte del imaginario colectivo. La verdadera historia no necesita adornos, es una historia de talento, esfuerzo y visión de futuro.

El mito puede haber sido exagerado, pero el impacto de Apple en la tecnología es incuestionable. Lo que comenzó con dos jóvenes entusiastas ha cambiado la forma en que interactuamos con la tecnología, con o sin un garaje como escenario principal.

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Etiquetas: Steve Jobs