Si trabajas en el sector tecnológico, bien seas prensa o una compañía, el Mobile World Congress es, con diferencia, la feria por excelencia en la que marcas de todo el mundo se reúnen para dar a conocer sus últimos productos y servicios. Como periodista quizá sea una de las fechas más temidas, ya que sabes que cada año va a repetirse y no es especialmente tranquila.

Este ha sido mi primer año, una total novata en la Fira de Barcelona y lo cierto es que, en líneas generales, lo he disfrutado como una niña pequeña. Los estímulos han sido constantes y si trabajas en un medio tecnológico se podría decir que estás en una auténtica tienda de golosinas.

Sin embargo, todo tiene un lado oscuro y aunque hay voces que ya te anticipan lo que vas a encontrarte, una tiene que vivirlo para poder opinar. 

Mis ganas y mi hype estaban por los cielos y en muchas ocasiones he caído al mundo terrenal para darme cuenta de que el MWC te cuenta muchas cosas del sector. Estas eran mis expectativas, pero ahora te voy a contar la realidad de esta feria.

Un ritmo totalmente frenético

No puedo negar que la primera impresión, esa primera vez que entras, es abrumadora: el recinto es un laberinto de pabellones interminables, pasillos atestados de gente y stands que parecen ciudades en miniatura, por lo que ya te anticipo que prepárate para correr. 

Aunque planeas una agenda meticulosa semanas antes —porque también hay que hablar del enorme trabajo previo—, pronto te das cuenta de que incluso los trayectos entre salas requieren tiempo y demasiada energía. El primer día, con la adrenalina del inicio, intentas seguir el ritmo, pero la realidad te golpea rápido: el MWC no es un evento, es una maratón.  

Mientras algunos asistentes caminan con calma, como si estuvieran en un museo, otros —como yo— vamos bastante ligeros de un lugar a otro, marcando citas y ajustando horarios. 

La paradoja es bastante clara: en un evento que habla de innovación y eficiencia, el caos muchas veces reina. Los que van “tranquilos” parecen desconocer que el tiempo aquí es oro, y cada minuto perdido significa perderse una demostración, un contacto clave o una novedad. 

Sin embargo, pronto aprendes que no puedes mantener ese ritmo eternamente. El cuerpo y la mente exigen pausas y eso es algo que aprendí tras mi primer día. El lunes comienzas con energía, lista para todo. 

Pero cuando llega martes —ya ni mencionemos el miércoles—, el cansancio acumulado se hace notar. Las piernas pesan, los ojos empiezan a molestar por las pantallas y la voz comienza a tener sus fallos. “Prepárate para los siguientes días” se ha quedado como mi mantra de cara a los próximos años. 

El MWC no es un evento de un día, es una prueba de resistencia donde la falta de sueño y la mala alimentación se unen para dejarte K.O. Aprendes a priorizar: ¿vale la pena asistir a esa conferencia a las 8 de la mañana si luego no podrás disfrutar de la demostración de IA a mediodía? La respuesta suele ser “no”.  

Dinero, networking y contratos

Por supuesto, comentar que no es solo tecnología, es un mercado de oportunidades. En cada esquina, ejecutivos negociaban acuerdos, inversores buscaban startups donde poner su dinero y marcas competían por tu atención. 

El gran problema de todo esto es que no, no es una feria para el público. La entrada cuesta unos 900 euros, lo mismo que un iPhone, para encontrarte luego con ejecutivos en traje. Me ha dado la sensación de que hasta la prensa ahí sobrábamos. 

El nivel de networking de la feria es totalmente agresivo, con tarjetas intercambiadas como si fueran monedas en un casino. Pero detrás de las sonrisas y los apretones de manos, hay millones en juego. Contratos se firman en cafés de 30 minutos, y una mala impresión puede costar una fortuna.  Conforme paseas por los pasillos hueles el dinero, pero también mucha tensión.

Vehículos autónomos e IA: acaparando todas las miradas

Si hay un tema que acapara toda la atención, repitiendo lo ocurrido en 2024, son los vehículos autónomos. Desde coches sin volante hasta drones de entrega, las grandes marcas compiten por mostrar sus avances. Los coches ganan fuerza en la feria y sus stands son los más visitados, con filas interminables para probar demos. 

Si los coches han sido los reyes, la tan mediática inteligencia artificial ha sido la gran reina. Desde chatbots en móviles hasta sistemas de análisis predictivo, todo ha girado en torno a esta tecnología, por lo que te recomiendo que intentes aprender lo máximo posible de la temática de ese año para evitar quedarte en blanco en algunos stands o directamente no entender qué te está contando la marca. 

Las demostraciones muchas veces son técnicas, y los términos como machine learning o edge computing se lanzan como si fueran obvios. 

Sin embargo, lo cierto es que pronto te das cuenta de que muchas de estas tecnologías ya existen. Lo que antes era futurista ahora es realidad, y el MWC se convierte en un escaparate de cosas que realmente ya has visto hace incluso dos años.

Esta ha sido mi gran decepción. Productos que ya conociste en otras ferias o incluso en eventos de las marcas meses atrás se presentan como revolucionarios o nuevos. Te toca rebuscar para encontrar muchas veces la novedad y si no investigas de antemano, te perderás las auténticas sorpresas. 

Por ejemplo, una startup que desarrolla sensores para agricultura puede pasar desapercibida entre los stands de gigantes tecnológicos como Xiaomi, Honor o Samsung —y no es para menos—, pero su impacto potencial es enorme. La clave está en priorizar lo desconocido y no dejarse llevar por el marketing de las grandes marcas —desde luego, esto no es fácil—.

La gente del MWC, la comida y el transporte: Jumanji

Teniendo en cuenta el espacio y la cantidad de gente que se estima de cientos de miles, el MWC es un microcosmos de la sociedad y vas a ver a personas que priorizan su interés sobre el respeto. En los pasillos, no es raro que alguien te empuje para llegar antes a un stand o te interrumpa en medio de una conversación o vídeo para mostrar un producto. 

Es frustrante en muchas ocasiones, pero también es una lección: en entornos competitivos, la educación a veces se deja de lado. Toca mantener la calma y activar el chip de máxima atención a tu alrededor para no perderte nada.

Y yendo al tema de la comida, está claro que no es un evento gourmet. Prepárate para comer mal, tarde y por bastante dinero. Un menú básico de un plato y agua puede costarte más de 20 euros. Si no llevas fruta o barritas ya desde tu casa o desde el hotel, terminará pasándote factura. No comer no es una opción teniendo en cuenta la energía que gastas durante el día.

Mención aparte al tráfico en Barcelona durante el MWC. El gran consejo es que si en Google Maps pone que la distancia es de 30 minutos en coche, salgas con más de una hora de antelación porque el tráfico cambia en cuestión de minutos. 

Las carreteras se saturan, y los taxis son escasos y caros, por lo que deberías funcionar siempre con reserva. Si no lo haces, te arriesgas a pagar 50 euros por 20 minutos de trayecto o quedarte esperando durante más de 30 minutos en la calle esperando que te asignen conductor.

Con todo esto, ya ves que la realidad, como ocurre otras tantas veces, suele ser muy diferente a las expectativas. Si bien es cierto que no vuelvo decepcionada, sí que ha habido algunos puntos que me han sorprendido para mal. Sin embargo, esto no para, y ya muchos están pensando en el MWC 2026, yo incluida.

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Etiquetas: Smartphones, Inteligencia artificial, Mobile World Congress