La generación Z resulta impredecible. O al menos, eso podría interpretarse a raíz de muchas de sus inesperadas costumbres, tanto a nivel laboral como personal. 

Quizá por eso entre dentro de lo razonable que, contra todo pronóstico, muchos jóvenes estén apostando actualmente por una nueva forma de ocio: los llamados Offline Clubs. Es decir, sitios pensados para desconectar.

A priori, puede parecer contradictorio que una generación conocida por, entre otras cosas, haber nacido con la tecnología y en especial los dispositivos móviles debajo del brazo, quiera pasar tiempo libre alejada de Internet. Pero si se piensa con cierta perspectiva, tiene sentido. Es algo similar al desinterés que últimamente parecen despertar las apps de citas, por ejemplo.

Los Offline Clubs, otro tipo de ocio

Si hay algo que siempre ha caracterizado a la juventud, es su habitual tendencia a romper con todo lo que ya estaba antes establecido. ¿Y qué existe más asentado en estos momentos que las conexiones digitales? En muchos sentidos, todo el mundo da por hecho que, siguiendo la corriente actual, el futuro podría llegar lleno de relaciones cada vez más virtuales, por así decirlo, y menos reales.

¿Pero y si verdaderamente la generación Z estuviera dispuesta a romper con eso? Así, al menos parecen ponerlo de manifiesto los Offline Clubs, una propuesta que cada vez toma más fuerza en más ciudades europeas. Parece difícil de creer que la gente esté dispuesta a entrar en un lugar en el que lo primero que te piden es apagar el teléfono o directamente entregarlo, ¿no? Pues sucede, y está de moda.

Según revelan diversos portales en Internet, esta idea surgió originalmente en Ámsterdam, Y no conviene confundirlo con un retiro espiritual ni nada similar, puesto que se trata de precisamente todo lo contrario: sitios a donde la gente va a divertirse, y no a relajarse o encontrarse a sí misma. Ahora muchas otras grandes capitales como Londres han seguido la misma línea. 

Aunque los Offline Clubs no responden a una norma fija, también tienden a caracterizarse por algo: fomentar de alguna manera la creatividad. Se supone que son espacios libres para la mente en los que prevalece el compartir intereses comunes: la lectura, la escritura o el arte. Pero sobre todo la relación cara a cara y las conversaciones de toda la vida, vaya. 

La generación Z quiere desconectar

Lo llamativo de los Offline Clubs es que, más que algo anecdótico (que por ahora en parte lo son), parecen responder a un patrón. El mismo que lleva a muchos jóvenes a volver la espalda a Tinder, volver a la fotografía o el arte convencional (analógico) o incluso preferir móviles “tontos” a los últimos modelos de iPhone o Android. 

Por el momento, resulta complicado saber hasta qué punto esta iniciativa puede cobrar más fuerza. Pero teniendo en cuenta que, tradicionalmente, la juventud se ha caracterizado por revelarse contra el mundo que encuentran y que parecía inamovible antes que ellos, no resultaría descabellado en absoluto. Al final, solo en tiempo lo dirá.  

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