Hoy es San Valentín y no cabe duda de que el amor es un sentimiento que hace a todos, o casi todos, ver el mundo de color de rosa. El problema es que esto, a veces, también te deja ciego ante señales muy obvias. En pleno 2025, donde encontrar pareja está a un toque en aplicaciones como Tinder, Bumble, o un simplemente follow en Instagram, el peligro acecha en cada esquina. 

Las estafas románticas, tristemente, están a la orden del día y, aunque no lo creas, las víctimas siguen cayendo como moscas. Pero, ¿por qué? ¿Qué motivos se esconde detrás?

“Lo cierto es que en la mayoría de los casos ni siquiera se utilizan medios técnicos especialmente complejos, sino que la simple habilidad del atacante, sus conocimientos de ingeniería social, la información que pueda haber recabado en medios públicos de la víctima y su propia buena fe o situación vulnerable posibilitan llevar a cabo ataques exitosos con un ratio de eficacia más alto del que supondríamos”, nos comenta en una entrevista para Computer Hoy Miguel López, director para el Sur de EMEA de Barracuda Networks.

“Todos, en mayor o en menor medida, somos vulnerables a caer en una estafa por amor, debido a que como humanos que somos nos caracteriza, entre otras cosas, nuestra necesidad intrínseca de conexión y afecto”, añade en otra entrevista Andrea Vizcaíno Cuenca, psicóloga y CEO de Policlínica Maio.

Estafas amorosas en la época de la IA y las criptomonedas

En 2024, estas personas se hicieron con la friolera de 9.900 millones de dólares en criptomonedas. Y cuidado porque la cifra podría llegar a los 12.400 millones cuando terminen de contar todas las víctimas.

Lo más llamativo es que ahora los estafadores parecen haber adoptado la filosofía de “cantidad sobre calidad”. Según Jacqueline Burns Koven, de Chainalysis, ahora apuntan a más víctimas, pero con estafas más pequeñas, es decir, buscan sustraer menos dinero para que las sospechas no sean tan escandalosas.

Y como si no fuera esto suficiente, hasta la inteligencia artificial se ha pasado también al lado oscuro. Los ingresos de los proveedores de IA para estafas han crecido un 1900%. Estos sistemas de IA se utilizan para crear perfiles hiperrealistas, generar conversaciones más “humanas” y, en general, hacer que todo el proceso de estafa sea casi perfecto y sin apenas mover un dedo.

El perfil de la víctima: hasta el más precavido puede acabar cayendo

Ahora bien, ¿quiénes son las víctimas de estas estafas? La realidad es que cualquiera puede serlo. Desde el más inexperto en busca de su primer amor hasta una persona de avanzada edad que busca compañía, los estafadores no discriminan y cualquiera es un buen objetivo.

Entonces, ¿cómo es posible que la gente siga cayendo en estas trampas? En pocas palabras, el amor, o más bien la ausencia de él, deja a las personas en una situación de K.O. Selena Larson, de Proofpoint, lo explica perfectamente: “Estos ciberdelincuentes son muy buenos en ingeniería social, es decir, en hackear el cerebro de las personas para que se sientan de una determinada manera y tomen decisiones imprudentes”.

Las señales están ahí: perfiles demasiado perfectos, historias elaboradas sobre por qué no pueden encontrarse en persona, y por supuesto, acaban pidiendo dinero o que inviertas en algo en concreto. Pero cuando alguien se enamora, al final todo esto queda aparcado en un segundo lugar, opacado por otras tantas cosas.

“En muchos casos basta apelar a los buenos sentimientos y la caridad de la víctima para que los ciberdelincuentes se salgan con la suya consiguiendo que se les hagan ingresos para hacer frente a situaciones supuestamente dramáticas y conmovedoras”, añade el experto.

Yendo a la parte más psicológica, este tipo de estafa se basa, en cierta parte, en el efecto Halo, un sesgo cognitivo que se produce cuando se forma una impresión general sobre una persona y, a partir de esa impresión, se infieren otras características de la misma. Por ejemplo, si ves a una persona atractiva, se tiende a pensar que también es inteligente, amable y honesta.

En pocas palabras, este efecto hace que las víctimas sean más propensas a creer las historias de los estafadores y a confiar en ellos. Esto se debe a que, debido a su aspecto físico y a la información que han dado, las víctimas asocian a los estafadores con una serie de cualidades positivas.

“Recuerdo una paciente que atendí hace unos meses, víctima de estafa por amor, que me decía que el amor que sentía por esa persona le impedía ver más allá de sus peticiones: ‘El cariño que recibía por su parte me tenía ciega’. Y así es, desde la manipulación, te enamoran, hacen que te sientas fusionado a la otra persona, te llevan a sentir una gran empatía… Te hacen sentir tan bien, que lo das todo. Pierdes el sentido de la razón”, comenta la psicóloga.

Y aquí viene la parte más triste de todo esto: muchas víctimas ni siquiera denuncian. La vergüenza de haber caído en la trampa es tan grande que prefieren sufrir en silencio. Según el Ministerio del Interior de España, la cibercriminalidad aumentó un 21,5% en 2023, pero las cifras reales de estafas románticas probablemente sean mucho más altas.

¿Hay esperanza en el horizonte? 

No todo es oscuro en este panorama y los expertos insisten en que la educación es clave. Cuanto más se hable de estas estafas, más difícil será para los delincuentes encontrar víctimas desprevenidas.

Y no, no se trata de que la sociedad se vuelva una paranoica y que día como este den ya hasta miedo. Se trata de ser cautelosos, de usar el sentido común y, sobre todo, de recordar que si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea.

Recuerda que el verdadero amor no pide tu número de cuenta bancaria en la primera cita. Si lo hace, probablemente no sea Cupido quien esté lanzando flechas, sino un estafador apuntándote directamente.

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